Diciembre es uno de los meses más exigentes para la economía de los hogares. Los viajes en vacaciones, los eventos de la oficina, los descuentos de las últimas semanas de noviembre, los obsequios de Navidad y gastos en cenas familiares… es una exigencia fuerte para el bolsillo, y nadie quiere privarse de la celebración de fin de año.
En diciembre del año pasado, según datos de la consultora Raddar, los colombianos gastaron más de 30 billones de pesos, y no es descabellado pensar que este año la cifra se mantenga o aumente. El problema es que, si estos gastos no se hacen con inteligencia, se pueden convertir en deudas hasta marzo del 2026, por eso no se puede subestimar el costo de este mes.
Las normas culturales navideñas, sean reuniones, intercambios de regalos, viajes y comidas, aumentan la voluntad de gastar para cumplir con lo que se espera de estas fechas, y van mucho más allá de la lógica estrictamente económica. Así lo explica Miguel Ángel López, profesor del área de Finanzas de EAE Business School, quienes analizaron el comportamiento de las compras navideñas en un estudio reciente de la universidad perteneciente a la red de educación superior Planeta Formación y Universidades.
«Muchas personas solo cuentan los regalos o las cenas principales, pero olvidan compras pequeñas, intercambios, transporte, eventos sorpresa, propinas o incrementos en los gastos del hogar», advierte. «Y no olvidemos las compras de última hora, donde la presión del tiempo dispara los precios y empuja a decisiones poco estratégicas. Esa acumulación silenciosa desborda cualquier presupuesto».
Y este fenómeno de presión social y gasto desmedido puede agravarse en contextos de mayor vulnerabilidad. Si una familia de bajos recursos destina la mayor cantidad de ingresos a sus obligaciones cotidianas, va a tener un margen mucho más estrecho para asumir los gastos extra de la Navidad. Es ahí donde recurren a créditos rápidos que los llevan a un sobreendeudamiento importante.
Para evitar estos escenarios, el experto recomienda anticiparse con una lista completa, incluyendo gastos menores, y jerarquizar lo que es esencial, lo que puede ajustarse y lo que simplemente no vale la pena incorporar.
Para mantener el orden no se requieren herramientas sofisticadas, sino constancia. Pueden ser las hojas de cálculo de Excel para visualizar ingresos, límites y variaciones, o bien las aplicaciones de control de gastos como Fintonic, Monefy o Wallet, que envían alertas cuando se está a punto de sobrepasar un tope. Incluso métodos más sencillos como usar sobres (o bolsillos en las apps bancarias) en los cuales depositar una cantidad fija para cada tipo de gasto.
Ahora, calcular un presupuesto saludable para diciembre implica, ante todo, no sacrificar el ahorro, porque las exigencias económicas del mes no anulan nuestras responsabilidades tradicionales.
«Diciembre no es un mes extra; es un mes normal con gastos adicionales»,indica el experto de EAE Business School. «Por eso, el ahorro debe apartarse antes de planificar cualquier celebración. Se puede destinar entre el 20% y el 25% del ingreso mensual a los gastos festivos y dividir esa cifra en categorías: regalos, cenas, viajes, eventos y un pequeño fondo de imprevistos. Si algo no encaja, se ajusta la categoría, no el ahorro, y mucho menos se recurre a financiamiento innecesario».
El cierre de año también es una oportunidad para tomar decisiones que evitarán que enero se vuelva un mes interminable y económicamente agobiante, de arrepentimiento financiero. El experto recomienda terminar diciembre sin deudas de consumo, revisar suscripciones y gastos fijos que pueden eliminarse, y aprovechar estas semanas para trazar metas financieras de 2026. Hacer ese orden permite iniciar el año con claridad, y no con la angustia que generan los pagos pendientes después de las fiestas.
Diciembre puede disfrutarse sin ansiedad financiera si se combina la emoción con la estrategia. Al final, hacerlo es el mejor regalo que uno puede hacerse para empezar 2026 con estabilidad, foco y tranquilidad.
