La noche del 30 de octubre no es solo la víspera de Halloween. En Estados Unidos, especialmente en Detroit, se conoce como la Devil’s Night, una tradición que ha pasado de ser una simple jornada de bromas a convertirse en un ícono de caos, fuego y venganza. Aunque hoy se recuerda más como una curiosidad cultural, su historia está marcada por episodios inquietantes.

De Europa a América: el origen de las travesuras

La Mischief Night, como se la llamó originalmente, tiene raíces en el siglo XIX. Jóvenes en Escocia e Irlanda solían realizar bromas nocturnas como cambiar objetos de lugar o ensuciar ventanas con jabón. Estas prácticas llegaron a América con los inmigrantes europeos, donde adquirieron nuevos matices.

Con el tiempo, lo que comenzó como juegos inocentes se transformó en actos de vandalismo. En Detroit, durante los años 70 y 80, la Devil’s Night se volvió sinónimo de incendios provocados, saqueos y disturbios. Las autoridades locales llegaron a movilizar patrullas especiales para contener el descontrol.

El cine como catalizador cultural

La película “El cuervo” (1994), protagonizada por Brandon Lee, consolidó la Devil’s Night como un ícono de la cultura pop. Ambientada en esa noche, la historia mezcla venganza sobrenatural y caos urbano, reforzando la imagen oscura de la fecha. Desde entonces, la efeméride ha sido asociada con lo inquietante, lo marginal y lo simbólico.

¿Qué representa hoy la Devil’s Night?

Actualmente, la Devil’s Night se mantiene como una tradición menor, más recordada que vivida. En algunas ciudades, se organizan actividades para resignificar la fecha, como encuentros comunitarios o vigilias simbólicas. El objetivo es transformar el miedo en memoria y el caos en reflexión.

Este 30 de octubre, la Devil’s Night nos recuerda que detrás de cada celebración hay una historia. Y que incluso las tradiciones más oscuras pueden enseñarnos algo sobre el pasado, la cultura y la necesidad de reconstruir desde lo colectivo.