Fallo con trampaFallo con trampa

Melgar está al borde del colapso institucional. La reciente admisión de una tutela interpuesta por Rodrigo Hernández Lozano, el alcalde destituido por doble militancia, desató una tormenta de indignación entre los ciudadanos. El Consejo de Estado, en un giro tan inesperado como dudoso, aceptó estudiar la solicitud del político conservador, cuya salida del poder se había celebrado como un acto mínimo de justicia electoral.
Farsa judicial
Rodrigo Hernández fue destituido tras demostrarse que jugó a dos bandas en plena campaña electoral: mientras decía representar al Partido Conservador, coqueteaba con otro candidato. Un acto de doble militancia evidente, descarado y sancionado como corresponde. Pero ahora, lejos de aceptar su castigo, Hernández pretende regresar por la puerta de atrás. Según voces cada vez más insistentes en el Tolima, su equipo estaría operando entre sombras para manipular el fallo a su favor.
Lo más grave: Óscar Barreto, el dirigente azul del departamento, lejos de desmentir los rumores, se ufana en privado de haber “asegurado” la tutela. Se trata de una operación que, si se confirma, destaparía un escándalo sin precedentes: el uso de influencias, favores políticos y, según se murmura, hasta dinero, para revertir una decisión judicial que ya parecía firme.
Descaro
La estrategia es clara: frenar el proceso de elecciones atípicas convocadas para el 17 de agosto y reinstalar a Hernández sin pasar por las urnas. Una jugada que traiciona no solo a la justicia, sino a la ciudadanía entera. Aunque no se decretó medida cautelar para suspender los comicios, los azules están confiados. Suponen que el fallo final les devolverá el control de Melgar, como si la democracia fuera una ficha más en su ajedrez clientelista.
Este panorama no sólo deslegitima el aparato judicial, sino que lanza una advertencia peligrosa: en Colombia, con los contactos adecuados, todo puede comprarse. Incluso la voluntad del pueblo. Melgar, una vez más, se ve arrastrado al lodazal de las componendas políticas y los arreglos oscuros.
Traición
Mientras los ciudadanos esperan una oportunidad para elegir un rumbo nuevo, otros mueven sus fichas para devolverle el poder a quien no lo merece. Rodrigo Hernández no solo defraudó al conservatismo, sino que ahora pretende burlarse de las instituciones. Lo que está en juego ya no es solo una alcaldía, sino el alma democrática de un municipio cansado de ser manipulado.
Si el Consejo de Estado termina fallando a favor de Hernández, no solo se confirmará lo que muchos ya sospechan -que la justicia está secuestrada por intereses políticos-, sino que se enviará un mensaje devastador al país: que violar la ley, traicionar a un partido y jugar con la voluntad del pueblo no tiene consecuencias si se pertenece al engranaje correcto. Melgar no necesita más tutelas amañadas ni alcaldes impuestos; necesita recuperar su dignidad antes de que se la terminen de arrebatar.