Hongo de Chernóbil que se alimenta de radiación podría proteger a astronautasHongo de Chernóbil que se alimenta de radiación podría proteger a astronautas

Un sorprendente hallazgo científico en Chernóbil está reescribiendo lo que sabemos sobre la vida en condiciones extremas. Investigadores confirmaron que un hongo descubierto en las ruinas del reactor no solo sobrevive a altos niveles de radiación, sino que se alimenta de ella, convirtiéndola en energía. Este rasgo único podría transformarlo en un aliado clave para proteger a los astronautas durante las futuras misiones a la Luna y Marte.

Un organismo que convierte radiación en energía

El hongo, identificado por su capacidad de melanización, pertenece a un grupo de microorganismos llamados hongos radiótrofos. Estas especies utilizan un proceso similar a la fotosíntesis, pero en lugar de captar luz solar, absorben radiación ionizante y la transforman en energía química.
Esta adaptación les permite prosperar en entornos que serían letales para casi cualquier forma de vida.

Los científicos observaron el hongo en las paredes del reactor nuclear destruido, creciendo hacia las zonas con mayor exposición. Su comportamiento indicó que no huía de la radiación: la buscaba.

De Chernóbil al espacio exterior

La propiedad más llamativa de este organismo es su capacidad de actuar como escudo biológico. Estudios experimentales mostraron que una capa de este hongo puede reducir significativamente niveles de radiación.
Investigadores incluso probaron un cultivo en la Estación Espacial Internacional (EEI) y confirmaron que mantenía su crecimiento en microgravedad mientras bloqueaba parte de la radiación cósmica.

Este resultado abre la puerta a una solución revolucionaria: crear biocapas auto regenerables para proteger estaciones, hábitats lunares, vehículos espaciales o trajes de astronauta.

Una protección viva y autosuficiente

A diferencia de los materiales tradicionales —como plomo, agua o polímeros pesados— el hongo tiene ventajas que lo vuelven especialmente atractivo para la exploración espacial:

  • Se regenera solo, por lo que no requiere grandes cantidades iniciales.
  • Es liviano, lo que reduce costos de transporte.
  • Se adapta y crece en condiciones extremas.
  • Puede cultivarse in situ, algo vital para misiones largas en Marte.

Su potencial para integrarse en estructuras vivas o híbridas permitiría diseñar hábitats más eficientes, económicos y sostenibles.

El futuro de la protección astral

A medida que las agencias espaciales avanzan en misiones a la Luna y al planeta rojo, la protección contra la radiación sigue siendo uno de los mayores desafíos. Los rayos cósmicos galácticos, altamente energéticos y dañinos para la salud humana, requieren soluciones innovadoras.

El hongo de Chernóbil podría ofrecer esa respuesta. Aunque aún faltan años de estudio, su capacidad para alimentarse de la radiación que amenaza a los astronautas lo convierte en una de las propuestas más prometedoras de la biotecnología espacial.