La consulta popular de Petro no debe hacerse, afirma el educador e investigador David Arturo Montero Forero, quien advierte que esta iniciativa no representa participación ciudadana auténtica, sino una estrategia populista que debilita el Congreso y banaliza el debate democrático.

Contexto

Generalmente ajeno a los debates políticos, Montero decidió pronunciarse porque considera que la consulta popular de Petro no debe hacerse si se quiere proteger la institucionalidad del país. Según él, esta consulta es más una jugada de márketing político que un verdadero ejercicio de participación.

Estrategia

Montero señala que la consulta popular de Petro no debe hacerse porque responde a intereses electorales. Su anuncio, tan cerca de las próximas campañas presidenciales, busca movilizar emocionalmente a los votantes, polarizar el escenario político y reforzar la narrativa de “pueblo contra élites”, mientras se evita el debate técnico.

Además, sostiene que los temas planteados en la consulta deberían tramitarse en el Congreso, que es el escenario natural para reformas laborales y sociales. Eludir este espacio, dice, muestra una falta de voluntad de diálogo y de respeto por la democracia.

Problemas

Otro punto crítico es la simplificación de temas complejos en preguntas binarias. Asuntos como la contratación laboral, la formalización rural o el sistema pensional no pueden resolverse con simples “sí” o “no”. Montero alerta que este enfoque crea expectativas difíciles de cumplir y puede generar leyes improvisadas y poco viables.

Respuestas

El autor también compartió sus respuestas a las preguntas de la consulta:

  • Acepta reducir la jornada laboral y establecer incentivos para las MIPYMES.
  • Rechaza duplicar los recargos laborales y transformar a aprendices en empleados formales.
  • Apoya la contratación de personas con discapacidad, pero con mejores condiciones de inclusión.
  • Advierte sobre los riesgos de crear un bono pensional campesino sin respaldo financiero.

Montero insiste en que muchas de las medidas propuestas, aunque bien intencionadas, carecen de realismo económico y pueden terminar debilitando aún más las instituciones.

Llamado

Finalmente, el ciudadano invita a leer, reflexionar y debatir con argumentos sólidos, no con eslóganes. Insiste en que el futuro del país no se define con aplausos fáciles, sino defendiendo el diálogo democrático y respetando los mecanismos institucionales.

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