LA HIPOCRESÍA POR GOBERNAR: LA INCOHERENCIA DE CLAUDIA LÓPEZ 

El metro se volvió el caballo de batalla para quienes quieren la presidencia

El Metro de Bogotá sigue siendo un tema central en el debate político y en la discusión sobre el futuro de la movilidad en la capital. Sin embargo, en los últimos días, la controversia no ha girado únicamente en torno a los avances de la obra, sino a la evidente incoherencia de la exalcaldesa Claudia López. Durante años, López fue una de las principales opositoras al diseño elevado del metro, promovió acciones legales para frenar su construcción e incluso firmó una demanda con el objetivo de tumbar el proyecto. Ahora, en un cambio de postura que ha sorprendido a muchos, la exmandataria se muestra como una de sus principales defensoras y lo presenta como un gran logro para Bogotá, lo que ha despertado fuertes críticas de diversos sectores políticos y ciudadanos.

Durante una reciente visita a las obras de construcción, López recorrió el proyecto y elogió el avance de la primera línea del metro, asegurando que se está ejecutando según el cronograma. En un video publicado en sus redes sociales, expresó su satisfacción por la continuidad del proyecto y agradeció a los más de 12.000 trabajadores involucrados en su ejecución. “Menos carreta y más construcción; hay que hacer y dejar hacer. Gracias a eso, hoy nuestro metro va andando y va a estar a tiempo”, afirmó. Sus declaraciones intentaron mostrarla como una líder que respalda la infraestructura y el progreso de la ciudad, pero generaron indignación entre quienes recuerdan su oposición inicial y los múltiples intentos de frenar el proyecto cuando estaba en la Alcaldía.

Uno de los más críticos con este cambio de postura fue el exalcalde Enrique Peñalosa, quien fue el encargado de estructurar y adjudicar la primera línea del metro. En respuesta a las declaraciones de López, Peñalosa fue contundente: “Me parece desastroso cuando las personas calumnian. Llegó al punto de que demandó el metro que nosotros contratamos. Ella firmó la demanda para tumbar el metro que está en construcción y, una vez que lo contratamos, nadie lo pudo haber parado; no importa quién viniera, no se podía parar”. Con estas palabras, Peñalosa no solo dejó en evidencia la falta de coherencia en el discurso de la exalcaldesa, sino que también resaltó cómo el proyecto del metro ha sido objeto de disputas políticas que, en muchos casos, han obstaculizado su desarrollo.

Más allá de la confrontación política, este episodio ha puesto en el centro del debate la credibilidad de los líderes que aspiran a ocupar cargos públicos. Para muchos ciudadanos, es preocupante que figuras políticas cambien de postura de manera tan drástica según sus intereses electorales. Cuando Claudia López asumió la Alcaldía de Bogotá, su administración intentó impulsar nuevamente un metro subterráneo, a pesar de que el contrato del proyecto elevado ya estaba firmado y en marcha. Ahora, en un giro que parece responder a su nueva aspiración presidencial, ha optado por apoyar el metro elevado y presentarlo como una de las obras clave para la transformación de la ciudad.

A pesar de estas controversias, la construcción del metro continúa avanzando y se espera que su primera línea entre en funcionamiento en los próximos años, representando un cambio significativo en la movilidad de Bogotá. No obstante, este tipo de disputas dejan en evidencia cómo un proyecto de infraestructura tan crucial ha sido utilizado como una herramienta de lucha política, donde los intereses personales y electorales parecen primar sobre el compromiso real con el desarrollo de la ciudad.

El debate sobre el metro de Bogotá no solo debería centrarse en quién se adjudica su construcción, sino en garantizar que el proyecto continúe sin interrupciones y sin convertirse en un botín político. La ciudad necesita soluciones definitivas a su problema de movilidad, y la ciudadanía espera que sus líderes sean coherentes y transparentes en sus posiciones. La transformación de Bogotá no puede depender de los vaivenes políticos ni de estrategias electorales, sino de un compromiso real con el bienestar de sus habitantes y el desarrollo de su infraestructura.