En Pasto, el robo de tapas de alcantarilla, rejillas y sumideros se ha convertido en una problemática silenciosa pero peligrosa, que afecta no solo la infraestructura urbana, sino también la seguridad ciudadana y el medio ambiente. Aunque no existen cifras oficiales actualizadas para la ciudad, medios locales han alertado sobre la creciente frecuencia de estos hurtos, que siguen el mismo patrón observado en otras capitales del país como Bogotá, donde se reportaron más de 3.000 robos en un solo año.
Estos elementos, fabricados en hierro o materiales metálicos, son extraídos por delincuentes para venderlos como chatarra a precios irrisorios, mientras que su reposición le cuesta al municipio hasta un millón de pesos por unidad. El problema no es solo económico: la ausencia de tapas expone a peatones, ciclistas y motociclistas a caídas que pueden ser fatales, y facilita la obstrucción de los sistemas de drenaje, provocando inundaciones y contaminación.
Las consecuencias ambientales también son alarmantes. Sin tapas, los sumideros se llenan de basura, afectando la calidad del agua y generando focos de infección. Además, la acumulación de residuos contribuye al deterioro del pavimento y a la erosión urbana.
Empresas como EMPOPASTO han impulsado campañas de concientización y han comenzado a explorar alternativas como el uso de tapas de concreto o plástico reciclado, menos atractivas para el mercado ilegal. Sin embargo, esta lucha requiere un esfuerzo conjunto: la ciudadanía debe denunciar, las autoridades deben patrullar y controlar chatarrerías, y los gobiernos deben invertir en soluciones sostenibles.
No se trata solo de tapas: se trata de proteger vidas, evitar tragedias, cuidar el ambiente y defender lo público. Pasto no puede seguir perdiendo su infraestructura en manos del delito. ¡Digamos no al robo de rejillas y sumideros!
