En un mundo donde el estrés, las enfermedades emocionales y los ciclos de dolor parecen interminables, surge una práctica terapéutica que, aunque incomprendida por muchos, ha demostrado ser una herramienta poderosa para sanar las heridas del alma y reconstruir nuestras vidas: las constelaciones familiares. Hablamos con Claudia Elena Narváez Gómez, una experta en esta técnica y otros métodos de sanación, para explorar cómo este proceso puede transformar la vida de las personas.

¿Qué son las constelaciones familiares?
Claudia Elena lo explica como “un espacio terapéutico para romper patrones heredados de nuestros ancestros y evitar repetir historias de dolor”. Según ella, este proceso nos permite reconciliarnos con nuestro linaje, especialmente con nuestros padres, quienes son los canales a través de los cuales recibimos no solo la vida, sino también la salud, el éxito, la abundancia y el amor. Aceptar a nuestros padres con gratitud, sin juicios, es un paso esencial para liberar nuestro potencial y vivir en plenitud emocional, física y espiritual.
El cuerpo como reflejo del alma
Una de las afirmaciones más impactantes de Claudia Elena es que “toda enfermedad tiene un trasfondo emocional”. Condiciones como el Parkinson, el Alzheimer o la depresión no son solo problemas físicos; son el último recurso del inconsciente para llamar nuestra atención sobre algo que necesita ser sanado. En este sentido, las constelaciones ayudan a desenterrar emociones reprimidas o historias familiares no resueltas, permitiéndonos liberar las cargas que hemos llevado durante generaciones.
Participar: una experiencia transformadora
Cualquier persona puede formar parte de una constelación, ya sea como protagonista del proceso o como representante dentro del sistema familiar. Claudia enfatiza la importancia de tener una mente abierta y acudir sin expectativas, permitiendo que la experiencia fluya. En las constelaciones grupales, los participantes suelen experimentar sensaciones físicas y emocionales relacionadas con las personas a las que representan. “Es un reflejo de cómo estamos todos conectados en un campo de energía e información”, dice Claudia.
Milagros y sanación
A lo largo de los años, Claudia ha presenciado casos que parecen salidos de un libro de milagros. “Recuerdo a una persona con una alergia severa en la piel que desapareció tras ser constelada”, comparte. Aunque no todas las historias son tan drásticas, muchas personas experimentan mejoras significativas en su salud emocional, espiritual y física después de una constelación.
Una invitación al cambio
Para quienes sienten curiosidad o escepticismo hacia las constelaciones familiares, Claudia ofrece un mensaje claro: “Solo puedes generar un concepto sobre aquello que has probado. Si decides hacerlo, evita los juicios, reflexiona y ve a la sesión sin expectativas”. La sanación, al fin y al cabo, es un acto de valentía y de apertura hacia lo desconocido.
Las constelaciones familiares no son solo una técnica terapéutica; son un viaje profundo hacia nuestras raíces, nuestras emociones y nuestras relaciones. En un mundo lleno de ruido y caos, esta práctica nos invita a mirar hacia adentro, a sanar las heridas del pasado y a construir un futuro lleno de amor y plenitud. Como dice Claudia Elena, “la vida nos da las herramientas para crecer; solo debemos abrirnos a recibirlas”.
