La vacunación contra enfermedades respiratorias y otras infecciosas —como la gripe, el COVID-19, el virus sincicial respiratorio, neumococo y herpes zóster— no solo previene esas infecciones: según los expertos en salud cardiovascular, también reduce de forma significativa el riesgo de problemas del corazón.

De acuerdo con especialistas, recibir esas vacunas disminuye la probabilidad de sufrir un infarto agudo de miocardio, un accidente cerebrovascular, descompensaciones de insuficiencia cardíaca e incluso arritmias vinculadas a procesos inflamatorios o infecciosos.

La explicación está en que muchas infecciones —como la gripe o el COVID— pueden desencadenar inflamación, estrés vascular y coágulos, factores que aumentan el riesgo cardiovascular. Al evitar la infección a través de la vacunación, también se reducen esas amenazas, beneficiando la salud del corazón.

Este enfoque amplía el valor de la vacunación: no se trata solo de prevenir enfermedades infecciosas, sino de integrarla como una estrategia de prevención global de la salud —incluyendo corazón, vasos sanguíneos y bienestar general