El nombramiento de Gustavo García como ministro del Interior encargado ha generado gran expectativa en el país. A sus 35 años, este nariñense asume un cargo clave para la estabilidad política, el diálogo con el Congreso y la gestión de asuntos de orden público. Su llegada al Ministerio representa una apuesta por una nueva generación de liderazgo, aunque no está exenta de controversias.

Desde su designación, los rumores sobre su posible reemplazo no han tardado en surgir. Se habla de que Armando Benedetti ya estaría moviendo fichas para posicionar a alguien de su círculo cercano en el cargo, lo que pondría a García en una posición inestable. Sin embargo, su nombramiento podría ser una oportunidad para Nariño, una región históricamente olvidada en el alto gobierno.

Si García logra consolidarse en el Ministerio, su presencia podría traducirse en mayores recursos y proyectos para el departamento. No obstante, su principal reto será demostrar independencia y capacidad de gestión en un entorno político altamente volátil. Por ahora, el país y su propia tierra natal lo observan con atención, esperando que su paso por el Ministerio no sea efímero y que logre dejar huella en una cartera fundamental para la gobernabilidad.