Cada año, el 16 de octubre, el mundo rinde homenaje a uno de los alimentos más antiguos y esenciales: el pan. Esta celebración, instaurada en 2006 por la Unión Internacional de Panaderos y Pasteleros, coincide con el Día Mundial de la Alimentación, reforzando su papel como símbolo de sustento y cultura.

Más que alimento: una historia compartida
El pan no solo alimenta cuerpos, también une generaciones. Desde las primeras mezclas de harina y agua cocidas sobre piedras calientes, hasta las sofisticadas técnicas actuales, su evolución ha acompañado el desarrollo humano. Los egipcios descubrieron la fermentación, los romanos perfeccionaron el amasado, y en América, las culturas indígenas integraron cereales como el maíz y la quinua, creando versiones propias que aún perduran.
En Colombia, el pan hace parte de la rutina diaria. En ciudades como Bogotá, Medellín o Cali, las panaderías de barrio siguen siendo puntos de encuentro, donde se comparte más que un café. El pan de yuca, el pandebono y la almojábana son ejemplos de cómo la tradición local se mezcla con ingredientes autóctonos para dar vida a sabores únicos.
Un oficio que merece reconocimiento
El Día Mundial del Pan también busca visibilizar el trabajo de quienes lo elaboran. Panaderos, agricultores y artesanos forman parte de una cadena que, con esfuerzo y dedicación, mantiene viva esta tradición. En tiempos donde la industrialización domina el mercado, esta fecha invita a redescubrir el valor del pan artesanal, elaborado con técnicas que respetan el sabor y la identidad local.
Celebraciones que cruzan fronteras
En distintas partes del mundo, esta jornada se vive con ferias gastronómicas, concursos de panadería y clases abiertas. Aunque en Colombia no es una fecha oficial, cada vez más panaderías se suman con promociones, degustaciones y talleres que acercan al público a los secretos del buen pan.
Un símbolo de vida y abundancia
Más allá de su sencillez, el pan representa comunidad, espiritualidad y memoria. En rituales religiosos, en celebraciones familiares o en la mesa diaria, su presencia es constante. Desde el pan de muerto en México hasta la wawa de pan en los Andes, este alimento ha sabido adaptarse sin perder su esencia.
Hoy, 16 de octubre, es una oportunidad para valorar lo cotidiano. Para mirar con otros ojos ese trozo de pan que acompaña el desayuno, la cena o la merienda. Porque detrás de cada mordisco hay historia, trabajo y cultura.
