En lo alto del corregimiento de Páramo Bajo, en el municipio de El Tablón de Gómez, Nariño, Laureano Janamejoy Santacruz cultiva más que café. En su finca “La Peña”, ubicada entre los 1.900 y 2.200 metros sobre el nivel del mar, este caficultor indígena Inga, junto a su familia, ha construido un modelo de vida donde tradición, sostenibilidad y esperanza caminan de la mano.
Con solo dos hectáreas de terreno, Laureano cultiva café entre plátanos y árboles frutales que brindan sombra natural, conservan la humedad y alimentan la biodiversidad. Desde la selección manual de las cerezas rojas maduras, pasando por una fermentación de tres días, el despulpado y un secado lento de 15 días, su meticuloso proceso da origen al reconocido Café Miel de Nariño, una joya aromática catalogada por expertos como de calidad excepcional.
Pero más allá de los premios y reconocimientos, está la historia de una familia que ama su tierra, que protege el bosque y que ha encontrado en el café no solo su sustento, sino un camino para sostener su cultura y cuidar el medioambiente. Cada taza de este café lleva consigo el alma de la montaña y el trabajo silencioso de manos que creen en la resiliencia.
Laureano y su familia no solo cultivan café: cultivan futuro, comunidad y dignidad. Su finca es un ejemplo vivo de cómo el respeto por la naturaleza y el saber ancestral pueden trazar un horizonte esperanzador para Nariño y el país.