En las últimas horas Colombia se conmovió al conocerse la triste noticia del fallecimiento de doña Nydia Quintero de Balcázar, quien fuera la primera dama del país entre los años 1978 y 1982, en calidad de esposa del presidente de la República, Julio César Turbay Ayala.
Fue doña Nydia, una persona generosa y solidaria con los más necesitados, por lo que el país siempre le tuvo un gran reconocimiento y cariño, no solo durante su paso en la vida pública, sino durante toda su vida en la que su espíritu benefactor dejó huellas en cantidades de obras sociales, en desarrollo de las cuales le tendió una mano solidaria a quienes necesitaban de una ayuda, colocando su corazón al frente de las principales necesidades de Colombia, representadas en su población vulnerable a la que ayudó durante toda su vida.
Fue una hermosa misión que inició muchos años antes de convertirse en la primera dama del país, al crear con su hija, Diana Turbay, la Fundación Solidaridad por Colombia, una entidad sin ánimo de lucro que con el paso de los años se convirtió en el símbolo de la ayuda humanitaria.
Ella fue la abanderada de programas de salud, educación y en especial de asistencia social para miles de familias en condiciones de extrema pobreza, abriéndole las puertas al gran proyecto de ayuda social, denominado “La Caminata de la Solidaridad, que después en su condición de primera dama de la Nación, pudo desarrollar a plenitud para pasar a ser el evento benéfico más importante de Colombia.
Doña Nydia irradió bondad por todos sus poros hacia sus compatriotas más necesitados. Fue una excelente esposa, madre, abuela, quien se vinculó de manera actividad a la vida pública, desde muy joven, puesto que primero acompañó a su esposo como congresista y, luego, en la campaña que lo llevó a la presidencia de la República y la erigió a ella, como la primera dama del país.
Fue un cargo en el que siempre procuró mantener un perfil bajo, mientras que, en lo referente a su trabajo de apoyo a la población vulnerable, a las madres cabeza de hogar, la infancia y las comunidades rurales, mostraba un entusiasmo desbordante.
Dos tragedias se presentaron en su vida: la muerte violenta de su hija, Diana Turbay y el reciente atentado del pasado 7 de junio, del que fue víctima su nieto, el senador Miguel Uribe Turbay. Una vida ejemplar que se caracterizó por una bondad sin límites, que la llevó a ser protagonista de innumerables ayudas a lo largo y ancho del país.
Despedimos a doña Nydia Quintero, con profundo pesar, al vernos obligados a darle el último adiós a unos de los símbolos más representativos de generosidad y la ayuda a los necesitados. Una mujer que, a la que en diferentes épocas todos los colombianos la recordamos por el amor que lo tuvo a los necesitados y abandonados de la fortuna, quienes encontraron en ella, un ser que nunca los abandonó y se preocupó para que tuvieran mejores condiciones de vida. Por ello, estamos plenamente convencidos que su recuerdo perdurará por siempre en un país, que toda su vida, la consideró como su primera dama. Una dama inolvidable que hizo el bien a montones en medio del enorme cariño que en todo momento le tributaron los colombianos. Paz en la tumba de una mujer maravillosa e inigualable, para quien los necesitados fueron su máxima prioridad y una de las razones de su existencia.

