Carlos Soria, un nombre grabado en la historia del alpinismo, vuelve a demostrar que la edad no es un límite. A sus 86 años, el montañero español está de regreso en el Himalaya con un objetivo muy claro: alcanzar la cima del Manaslu (8.163 m).
Un veterano de las cumbres
Nacido en Ávila en 1939, Soria ha dedicado su vida a la montaña. Es el único alpinista en el mundo que ha coronado diez ochomiles después de cumplir los 60 años. Ha conquistado gigantes como el Everest, el K2, el Lhotse y el Nanga Parbat, sumando un total de 12 de las 14 cumbres más altas del planeta.
Su trayectoria lo convierte en un referente internacional. Además, se ha ganado la admiración no solo por sus logros deportivos, sino también por su carácter perseverante y su mensaje de superación.
El desafío del Manaslu
En 1975, Carlos Soria formó parte de la primera expedición española al Manaslu. Aunque entonces no alcanzó la cumbre, cincuenta años después quiere cerrar ese capítulo. Ahora, con la experiencia acumulada y un equipo de apoyo, ha emprendido un nuevo viaje a Nepal para intentar conseguirlo.
El reto no es menor: si logra alcanzar la cima, se convertirá en la persona de mayor edad en conquistar un ochomil, superando el récord que mantiene el japonés Yuichiro Miura, quien subió el Everest con 80 años.
Preparación y determinación
Su vida en la montaña no ha estado exenta de obstáculos. En los últimos años ha sido operado de la rodilla, usa audífonos y ha enfrentado problemas de artrosis. Aun así, mantiene una rutina de entrenamiento constante y una determinación que inspira a generaciones más jóvenes.
En febrero de 2025, Soria ya sorprendió al mundo al escalar el Aconcagua (6.962 m), demostrando que su espíritu sigue intacto. Esa victoria fue la antesala de esta nueva expedición al Himalaya, donde busca escribir una página más de su leyenda.
Un legado que trasciende
Más allá de los récords, Carlos Soria insiste en que lo más importante no es la cima, sino regresar a casa con su familia. Ese mensaje, sencillo y profundo, es parte de su legado humano. No en vano, su ciudad natal ya ha decidido bautizar con su nombre un pabellón deportivo, como reconocimiento a su vida de esfuerzo y ejemplo.
Su historia recuerda que los sueños no tienen fecha de caducidad. Mientras prepara cada paso hacia el Manaslu, inspira a miles de personas en todo el mundo a desafiar sus propios límites.